Cómo se usa:
Este ritual de purificación es una práctica universal.
1. Necesitas un manojo de salvia desecada atado con algodón, una pluma o abanico y un cuenco para recoger la ceniza que sea resistente al calor, como una concha abalone.
2. Enciende la salvia dentro del cuenco, preferiblemente con una cerilla. Sopla para avivar el fuego y deja que se apague. ¡Cuidado con las chispas!
3. Sahumar: acerca el humo a las personas que participen en el ritual. Con el abanico, dirígelo a la cabeza, los brazos, las piernas, la espalda…
4. Limpieza: recorre el espacio a purificar con el cuenco, dispersando el humo con la pluma o abanico. Hazlo llegar donde tu intuición te guíe.
Recuerda que la intención es la base de cualquier sahumerio: si tu corazón es puro y tu anhelo noble, potenciarás sus efectos.
Ventilar después de su uso. No inhalar el humo directamente.
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